Jue. Sep 18th, 2025

El cambio climático ya no es solo un tema de debate científico: según la Organización Meteorológica Mundial (OMM, organismo de la ONU), el ciclo del agua global está mostrando alteraciones cada vez más extremas y perturbadoras con impactos directos en la agricultura, energía, salud, economía y la vida diaria. Y no pinta bien.

El informe “State of Global Water Resources 2024” revela que en ese año solo un tercio de las cuencas fluviales del mundo presentaron condiciones normales; el resto vivió períodos con exceso o defecto de agua. Las consecuencias ya se sienten: deshielo acelerado en todas las regiones glaciares, sequías severas, inundaciones devastadoras, pérdidas agrícolas y humanos desplazados.

El 2024 fue oficialmente el año más caliente registrado, lo que intensificó la evaporación, cambió los patrones de lluvia y afectó gravemente reservas hídricas, ríos, acuíferos y humedales. Por ejemplo: la cuenca amazónica y el sur de África fueron golpeados por sequías graves; en contraste, regiones de Asia, Europa Central y algunas partes de África central vivieron lluvias por encima de lo normal.

El deshielo fue contundente: en total se perdieron alrededor de 450 gigatoneladas de hielo glacial, lo que equivale a llenar casi 180 millones de albercas olímpicas. Esa agua adicional elevó el nivel del mar en aproximadamente 1.2 milímetros en solo un año, lo cual empuja el peligro de inundaciones costeras para millones de personas.

El informe alerta además que 3,600 millones de personas no tienen acceso suficiente al agua durante al menos un mes del año, y estimaciones apuntan a que para 2050 esa cifra superará los 5,000 millones si no se toman medidas urgentes.

Los sectores más afectados ya son evidentes:

  • Agricultura: pérdidas de cosechas, reducción del rendimiento por falta de agua, suelos secos o inundados en momentos equivocados.
  • Energía: plantas hidroeléctricas afectadas por bajo caudal; sistemas que requieren agua para refrigeración o enfriamiento sufren cuando los recursos hídricos fallan.
  • Salud: enfermedades ligadas al agua estancada, crisis por falta de agua potable, desabasto, mayor vulnerabilidad a olas de calor.
  • Economía e infraestructura: daños por inundaciones, costos crecientes de restaurar terrenos agrícolas, ambientales y urbanos, desplazamientos forzados.

Entre las recomendaciones de la ONU/OMM: mejorar los sistemas de monitoreo y compartir datos sobre recursos hídricos, proteger los glaciares como reservas naturales críticas de agua dulce, gestionar bien los acuíferos, optimizar el uso del agua en la agricultura (este sector consume entre 70-90 % del agua extraída), y reutilizar agua siempre que sea posible.

Si no actuamos rápido, estas alteraciones podrían provocar crisis de agua, inseguridad alimentaria, migraciones climáticas, estragos económicos y riesgos para la salud pública. Decir que “ya estamos en emergencia” no suena sensato, pero sería irresponsable no tomarnos esto en serio.

 

 

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