Jue. Sep 18th, 2025

La depresión es uno de los trastornos mentales más frecuentes y, a la vez, más incomprendidos. Lejos de ser solo un estado de tristeza pasajera, constituye una condición que afecta la forma de pensar, sentir y relacionarse con el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 332 millones de personas en el planeta la padecen, y cada 43 segundos alguien muere por suicidio, muchas veces vinculado a episodios depresivos.

En México, 2024 cerró con cerca de 9 mil muertes por suicidio; el 81 % correspondió a hombres, y los jóvenes de 15 a 34 años fueron el grupo más vulnerable. Estados como Yucatán y Chihuahua registraron las tasas más altas. Factores como el ciberacoso, la presión por la imagen en redes sociales y la exposición a discursos de odio han incrementado el riesgo de depresión, ansiedad e ideación suicida, especialmente en adolescentes.

La depresión no debe confundirse con la tristeza común ni con los cambios emocionales típicos de la adolescencia. Implica un ánimo deprimido persistente o la pérdida de interés por actividades antes placenteras, y puede impactar todos los ámbitos de la vida: relaciones familiares, amistades, desempeño escolar o laboral, y participación comunitaria. Experiencias de abuso, pérdidas importantes o situaciones de violencia aumentan su probabilidad. La OMS estima que afecta al 4 % de la población mundial, con mayor incidencia en mujeres: es 1.5 veces más frecuente en ellas que en los hombres.

Señales de alerta en adolescentes
Detectar síntomas tempranos puede salvar vidas. Entre las señales más frecuentes se encuentran el aislamiento social, dormir en exceso o padecer insomnio, pérdida del interés en pasatiempos, cambios drásticos de conducta, expresiones de desesperanza o frases como “ojalá no despertara”. En casos graves, los jóvenes pueden autolesionarse, regalar pertenencias o publicar mensajes sobre muerte o vacío existencial en redes sociales. El consumo de alcohol y drogas también es un factor crítico: entre un cuarto y la mitad de los suicidios están vinculados al abuso de estas sustancias.

Un problema social, no solo individual
La depresión no puede abordarse únicamente desde la perspectiva clínica: requiere políticas públicas, entornos digitales seguros y redes de apoyo familiares y comunitarias. Hablar abiertamente de salud mental, capacitar a padres y docentes para reconocer señales de alarma y facilitar el acceso a tratamientos psicológicos o psiquiátricos son medidas indispensables.

La prevención del suicidio comienza con escuchar sin juzgar, eliminar estigmas y recordar que pedir ayuda no es signo de debilidad, sino un paso vital para la recuperación. En un mundo hiperconectado, donde la presión social puede agravar el malestar, es urgente promover espacios digitales positivos y reforzar la empatía hacia quienes atraviesan momentos difíciles.

Si tú o alguien que conoces atraviesa una crisis emocional, en México puedes llamar a la Línea de la Vida: 800 911 2000, disponible 24/7, o acudir a centros de atención psicológica y psiquiátrica en tu localidad.

por admin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *